Jueces contra la democracia

Así se delatan por sus hechos, aunque ellos falsamente intenten autodenominarse «Jueces para la Democracia». Hace un mes, como respuesta a nuestras propuestas desde el 15M de promover algún medio de mejorar el poder judicial mediante su independencia y su elección directa por el pueblo, esta  institución conocida por su carácter reaccionario publicó el texto «Una contribución al debate abierto sobre las propuestas del movimiento 15M acerca de la elección popular de la judicatura«, con el que intentan legitimar el carácter supuestamente democrático del Poder Judicial en España. Se trata sin duda alguna de uno de los panfletos antidemocráticos más burdos que uno pueda leer incluso en este tiempo tan poco respetuoso con la democracia que nos toca vivir.

  1. El texto trata en primer lugar, en unos términos fingidamente pedagógicos que no vienen a cuento, de deslegitimar toda democracia que no disponga de un texto constitucional. No es una táctica inofensiva, se trata de un intento de desnaturalizar la definición de democracia, apartándola de su realidad de partida, el gobierno del pueblo, para a partir de ahí rmanipularla a voluntad y vestir de democracia el mero constitucionalismo, el Estado de Derecho, que «vale para todo», y que por desgracia es lo poco que tenemos. Se trata de permutar la ecuación «poder del pueblo=democracia» por un «constitución=democracia» que es falaz, una burda manipulación, y además no tiene ningún sentido. Nadie en su sano juicio diría que abrir un grifo no será nunca abrir un grifo sin un manual de usuario para abrir grifos. Nadie, claro está, que no pretenda vender manuales para abrir grifos que realmente lo que hacen es cerrarlos.
  2. Disponiendo sin duda de datos que nadie en el mundo conoce aún, se descalifica el poder constituyente popular «en continua actividad» (sic) por sus «muchos riesgos» sobre todo el «obvio» de que pueda clausurar la propia democracia, para a continuación deducir que lo «razonable» es la «representación y mecanismos indirectos o mediatos de legitimación mediante fórmulas de atribución basadas en la ley». Espero que me aporten un sólo caso en el que así haya sido, en el que el poder consituyente popular haya clausurado la democracia. No podrán, no los hay, semejante barbaridad no no la hizo jamás el pueblo ni la hará, no lo hizo ni la CNT en el 36, cuando defendió Barcelona de los fascistas y los políticos se metieron debajo de una mesa. Mientras me aportan estos inexistentes datos puedo ir enumerando los casos en los que los representantes, a pesar de las constituciones vigentes, clausuraron la democracia: Fujimori, Hitler, Mussolini… Podemos decir sin equivocarnos que es exactamente al contrario: no disponer del poder constituyente popular es un obvio riesgo de cancelación de la democracia por parte de los representantes electos o designados. Pero primero déjenme decirles que jamás pensé que ustedes, que constantemente se autoproclaman «progresistas», pudiesen descalificar todo progreso del sistema democrático con esa triste definición: «en continua actividad». Francamente, es asqueroso, no encuentro otra palabra.
  3. Sentadas las bases de tan retrógado punto de vista, el texto entra a cuchillo contra todo intento de intervención directa de la voluntad popular en la elección del poder judicial. Algunos pasajes son realmente sobrecogedores, dignos de otras épocas que creíamos haber superado ya:
    (1) y (2) son buenos ejemplos del error tan grande que supondría haber validado la ecuación consitución=democracia. Así tenemos que leer afirmaciones como que «…la mayor o menor tasa de democracia debe medirse en atención a lo que disponga en cada modelo político la respectiva Constitución». Uno se pregunta si esta afirmación es aplicable a todos los textos consitucionales del mundo, en toda su historia, como los que validaron la actuación de los jueces del nazismo, o los que en la actualidad validan los bombardeos de barrios enteros en Palestina, los ahorcamientos, las lapidaciones, las violaciones que sólo pagará la violada casándose con el agresor… sí, no hay error posible, estos sujetos consideran estas actitudes democráticas por el simple hecho de estar escritas en un papel validado por el poder político, y por tanto las cumplen a rajatabla y nos cuentan que el sistema y ellos mismos suponen el límite de democracia al que podemos y debemos aspirar. Sobrecogedor.
    (3) es un texto de referencia para la reacción contra la democracia, enhorabuena, con este apartado se superan. De obligada lectura para los demócratas de este país, ya que, observándolo bajo un punto de vista positivo, identifica nítidamente, sin tapujos, lo que tenemos enfrente, y da una idea de lo mucho que nos va a costar regenerar nuestro sistema. Las descalificaciones del sistema de elección de representantes se suceden en cascada, con total desfachatez: la elección de los jueces provocaría «el menoscabo de la imagen de imparcialidad e independencia» o que «se sumerjan en las estructuras políticas, sociales y económicas, a veces poco claras o poco transparentes, para procurarse la elección» y que «en lugar de situarse en una posición intermedia entre dos posiciones e intentar verificar los hechos acontecidos (y los acreditados), consciente o inconscientemente, procurara ajustarse a las decisiones que aseguren su reelección.» Impresionante. ¿No es acaso su mejor predisposición a verificar los hechos y actuar con justicia, rectitud, independencia, transparencia, imparcialidad… lo que asegura su reelección, pues es exactamente eso lo que el pueblo valora y vota? La verdad es que estoy confundido… porque este texto es aplicable exactamente igual a la presidencia, a cualquier ministerio, a cualquier cargo público, diputados, alcaldes, profesionales de sanidad o enseñanza, según nos cuentan estos señores ninguno de ellos podría ser elegido por el pueblo, pues la necesidad de serlo afectará la forma en la que hace su trabajo negativamente, no positivamente como todxs habíamos creído hasta ahora… es difícil de digerir eso de que el pueblo no debe decidir porque siempre, siempre, es engañado y se equivoca, algo que no tiene según ellos solución, o si la tiene no van a molestarse lo más mínimo en ayudarnos a encontrarla. Así que, si no les importa, no vamos a digerirlo.
  4. Se parte además del tramposo supuesto único de dar por hecho que la elección de los jueces los obliga a entrar en «las estructuras políticas», lo cual nadie ha mencionado ni nadie creo que desee. Pero habrá que decir lo que callan, y es que el poder judicial ya es elegido directamente por esos partidos, sujetos a esas estruturas políticas según ellos mismos tan poco recomendables. Y que los jueces, los mismos que tantas pegas tienen a ser elegidos por el pueblo, se plegan miserablemente a los caprichos de los partidos para poder ser designados por ellos para la cúpula del poder judicial… Me van a perdonar que sea franco, pero esto reduce todo su triste argumentario contra la elección directa de los jueces a un monton bien grande de excrementos.
    Sin embargo, dicho sea de paso, lxs españolxs nos encontramos con la paradoja de que determinados delitos den lugar a distintas sentencias según el juez se ascriba a la corriente «conservadora» o «progresista». Un claro ejemplo son los casos de violación, en los que dependiendo del juez que te toque podrás obtener justicia, o no, o puedes ser humillada públicamente. Eso no parece suponer riesgo alguno para la población, frente al «tremendo peligro» de que el pueblo, que en definitiva es quien les está pagando, pueda confirmar o no a los órganos del poder judicial (que no a los jueces, que eso nadie lo reclama, otra premeditada intoxicación de este antidemocrático informe), elegir el médico que le operará, o al diputado que le representará en el parlamento… es alucinante.
  5. Más alucinamos con el párrafo donde trata de descalificar las elecciones judiciales en USA. Imaginemos un fiscal jefe de Madrid o Barcelona electo de manera independiente al Alcalde, incluso de una formación política distinta… nostalgia. Este hecho no parece suponer ningún avance democrático para esta gente e incluso es una práctica que «introduce altísimos riesgos». Como hemos visto, el único riesgo para estos sujetos es la democracia, algo que según su punto de vista debe evitarse a toda costa.
  6. Finalmente, (10) nos ofrece su «solución». Los jueces son democráticos porque ellos lo dicen, y punto, a conformarse, todxs a casa. Un juez es «transparente, reflexivo, eficaz y garantizador de los derechos». Y en el hipotético caso de que no lo fuera, su recomendación es clara: debemos volver a leer la frase: «Un juez es «transparente, reflexivo…»

Definitivamente, concluiremos que el «contagio deliberativo» con que el 15M ha impregnado a la sociedad española no ha llegado ni a rozar a los jueces. Ya llegará, no tenemos prisa porque vamos lejos, bastante lejos, como podemos ver, porque si los que se supone que son «progresistas» hacen textos como este, qué harán los «conservadores»… no quiero ni pensarlo.

2 Respuestas a “Jueces contra la democracia

  1. Pedro Díaz-Obregón Barajuan 16 diciembre, 2011 en 5:07 am

    Siempre he odiado la política. Principalmente por mi convencimiento de su generalizada corrupción, pero leer un artículo como este y otros tantos apartados de los medios habituales y generalmente corruptos también, me hacen interesarme por la verdadera política, honesta y necesaria para el ciudadano. Ahora, desde que estoy en el 15M (y sus zancadillas) veo la política necesaria en el ciudadano para que estos ladrones de «guante blanco» no se rian del pueblo.
    Muy agradecido por el comentario.

    • miloren 6 enero, 2012 en 3:19 pm

      Hola Pedro, disculpa la tardanza en contestarte. Sí, ahora nos preguntamos cómo hemos podido vivir tantos años sin algo como el 15M. Siempre ha habido una contestación a las agresiones del régimen, pero nunca han sido tan visibles como ahora. Creo que es lo más importante de lo que hemos logrado, visibilizar al fin las protestas, además del «contagio» democrático, que hace que cada vez más personas y colectivos valoren como nunca antes el debate y el llegar a acuerdos justos para tomar decisiones.
      Frente a eso, la mezquindad evidente de los colectivos «institucionales» como este de los Jueces es patente, se constata nítidamente, y debemos hacerlo ver constantemente, para que cada vez más gente tenga claro que hay otras formas de hacer las cosas, y que hacerlas entre todxs, sin mezquindad, es la mejor con diferencia.
      Un abrazo.

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